A la vez que el gasto mundial en armas se está disparando, en la Unión Europea se preparan 800.000 millones para ello.
Se está promoviendo una sociedad belicista por doquier, y esto se ve en cada esquina de la calle, ciudad. La violencia campea a sus anchas sin freno prácticamente por campos y ciudades.
Aparecen gobiernos más militaristas que en lustros, con apariencia de progresistas, en toda una pantalla.
A la vez, muestran una opacidad en la gestión económica de presupuestos para la industria militar, que se entremezclan con dineros de otros ministerios.
Ellos actúan con el beneplácito prácticamente de todos sus socios.
Los colaboradores y sus pueblos permanecen distraídos en sus quehaceres o bien en estado de shock, sin reaccionar.
Estos dineros para inversión en tecnología armamentística no salen del aire, por supuesto.
Se piden préstamos y deben pagarse endeudando a generaciones futuras, así como se recortarán más derechos como vivienda, salud, educación, etc.
La factura a pagar ya se está pagando.
Por ello, no avanzamos en temas clave y tan necesarios para las gentes y de protección social.
A la vez que algunos enredan a muchos en una espiral de violencia muy peligrosa.
De momento, parece que interesa sólo el comercio y no la guerra, pero los preparativos no son para la paz, sino para que compres armas y más armas.
Lo positivo sería que los gobiernos marcaran un perfil propio, defendiendo un modelo alternativo de políticas de paz y seguridad no belicistas, comenzando desde ya los diálogos.
